Las víctimas siguen pidiendo justicia

Durante dos décadas la investigación del atentado a la AMIA estuvo cruzada por operaciones y desvíos, atada a los vaivenes de los servicios de inteligencia nacionales y extranjeros, con la justicia federal instrumentada a ese fin. La muerte de Nisman es otro punto trágico del calvario de las víctimas.

Su final dejó a la vista que fue parte de ese entramado: leer los informes de la Unidad Fiscal AMIA de 2016 alcanza para entender todo lo que él no hizo como responsable de la causa y lo poco que se había logrado. El esclarecimiento de su muerte debe aportar a la verdad, no ser usado para alimentar otra vez la trama del encubrimiento.

Recién en agosto de 2015, a raíz de la crisis generada por su muerte, comenzó el juicio oral por las maniobras de encubrimiento que buscaron orientar la investigación del atentado según conveniencias políticas. Con la resistencia de casi toda la estructura de la justicia federal de la Capital, se llegó al juicio por el esfuerzo de los familiares de las víctimas.

En las audiencias fue quedando cada vez más claro el entramado de inteligencia, político, policial y judicial que impidió prevenir el atentado y, luego, que se supiera la verdad. También que la dirigencia comunitaria primero avaló la acusación falsa contra los policías bonaerenses y hoy no impulsa ni visibiliza el juicio en el que están acusados Menem, Anzorreguy, Palacios, Galeano, Beraja y otros tantos.

La muerte de Nisman también expuso la capacidad del aparato de inteligencia y de sectores del poder judicial para armar operaciones de desestabilización y mostró que el sistema político no estuvo ni está dispuesto a renunciar a los beneficios que le otorga, en el corto plazo, un esquema orientado al espionaje político y a los negocios. Lo poco que a partir de 2015 se había avanzado, muy tardíamente, para mejorar algunos aspectos de este sistema fue desarmado cuando el actual gobierno volvió a dejar en el más absoluto secreto el funcionamiento de la AFI y designó a Arribas como su director.

Hoy, el atentado a la AMIA sigue siendo usado para sacar rédito político. Los mismos que desprecian el juicio en marcha, le dan entidad jurídica a la denuncia por el Memorandum y reclaman airadamente que se investigue la muerte de Nisman, pero depositan las investigaciones en quienes hicieron todo lo posible por mantener el atentado en la oscuridad. Hasta el día de hoy las víctimas piden justicia. Quien diga que, bajo estas circunstancias, estos casos judiciales traerán reparación para ellas volverá a engañarlas.

 

Columna de opinión publicada en Télam.