Prólogo. En defensa de los acuerdos fundantes de la democracia

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Gastón Chillier

Director ejecutivo del CELS. El autor agradece a Marcela Perelman y a Ximena Tordini, integrantes del Equipo de Trabajo.

Este Informe se cierra en una coyuntura muy particular en materia de derechos humanos. Una cantidad de decisiones, medidas y hechos afectan negativamente cuestiones críticas de la agenda y los mecanismos de protección de derechos en la Argentina. No se trata de hacer una caracterización global del proyecto que lleva adelante la alianza Cambiemos, sino de señalar una preocupante convergencia de acciones y decisiones políticas y judiciales que erosionan aspectos nodales del sistema de derechos humanos en el país.

 

 

El impacto negativo de las políticas económicas en la vigencia de los derechos económicos y sociales

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Luna Miguens, Carlos Píngaro Lefevre, Tomás Pont Vergés, Eduardo Reese, Santiago Sánchez Ossés, Ezequiel Sánchez Ossés y Leandro Vera Belli

La asunción de la alianza Cambiemos modificó el rumbo de las políticas socioeconómicas que habían llevado adelante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, primero, como salida a la grave crisis social, económica y política de 2001 y 2002, y luego, para consolidar un modelo que se propuso alinear los objetivos de crecimiento económico con los de inclusión social. Aunque la evaluación de las políticas del ciclo de gobiernos kirchneristas difiere según los analistas y los aspectos que se consideren, durante esa gestión se registraron avances y mejoras de los indicadores sociales básicos y de calidad de vida. En esos años también se reconocieron nuevos derechos sociales y se realizaron reformas normativas que restablecieron otros que en décadas anteriores habían sido restringidos.

Entre los principales impactos encontramos el aumento significativo de la pobreza a causa, por un lado, de los efectos de la devaluación y la aceleración inflacionaria y, por otro, por la caída de la actividad económica. La Encuesta Permanente de Hogares registró que un 9,2% de la población económicamente activa estaba desempleada durante el primer trimestre de 2017, mientras que en la medición de 2015 lo estaba un 5,9%. Por otra parte, entre el segundo trimestre de 2015 y el de 2016, la diferencia en los ingresos entre el 10% de los hogares más pobres y el decil más rico pasó de 12,3 veces a 13,8,6 según el estudio de CEPA-Indep basado en datos del Indec. Esto evidencia un aumento marcado de la desigualdad social y un cambio en la tendencia decreciente que se registraba desde 2003.

La concurrencia de mayores niveles de pobreza, desempleo y desigualdad, así como la falta de acceso a la tierra y a la vivienda, lesionan gravemente el ejercicio efectivo de los derechos económicos y sociales básicos, y ponen en primera línea la discusión sobre el tipo de modelo excluyente que se está construyendo en la Argentina.

 

 

La criminalización de la organización social, política y sindical

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Guadalupe Basualdo, Federico Efrón, Tomás Griffa, Andrés López Cabello, Diego Morales, Paula Litvachky, Marcela Perelman y Ximena Tordini

Durante 2016 y 2017 se acentuó la persecución penal y contravencional de organizaciones, militantes y activistas por hechos o situaciones relacionados con el ejercicio de derechos humanos: fueron frecuentes las detenciones, la multiplicación de denuncias, la activación de causas judiciales que estaban olvidadas o su culminación con condenas, las multas y clausuras a las organizaciones sociales y sindicales. Estas acciones lesivas convergieron con otras, como la negación de acceso a políticas sociales y de vivienda.

Lo ocurrido en estos meses muestra el modo en que los poderes Ejecutivo y Judicial utilizan dispositivos legales disponibles para actuar sobre reclamos y conflictos sociales, y exhibe si el sistema judicial protege o, por el contrario, persigue la organización social, política y sindical. A la vez, pone en evidencia qué efectos tienen estas medidas en las organizaciones y en la vida de sus integrantes: la criminalización presiona a quienes son sometidos a procesos –más de uno, en muchos casos–, impacta en las organizaciones y, de manera más amplia, tiene consecuencias en las formas de organización y reclamo de la sociedad en su conjunto.

Esta mayor intensidad de la criminalización ocurre en el contexto de las transformaciones económicas implementadas por la alianza gobernante Cambiemos, que dieron lugar a una reconfiguración del actor sindical orientada a buscar acuerdos entre las centrales en pos de la acción conjunta. Las nuevas representaciones se consolidaron en sectores clave y generaron reclamos por los despidos y por el deterioro de los ingresos de los trabajadores y de las condiciones laborales.

 

 

Nuevas amenazas. Consecuencias del realineamiento geopolítico en la seguridad interior

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Manuel Tufró, Victoria Darraidou, Florencia Sotelo, Agustina Lloret, Juliana Miranda y Ana Adelardi

Aun no es posible caracterizar un modelo único, coherente y homogéneo de las políticas de seguridad de  Cambiemos. En algunos aspectos, el recambio de autoridades nacionales y de la provincia de Buenos Aires no constituyó un punto de quiebre: las políticas de seguridad y las policías arrastran dinámicas de largo alcance, inercias institucionales y medidas que se repiten, ya observadas en la errática gestión de la seguridad ciudadana entre 2003 y 2015. También se vislumbran transformaciones importantes, que se derivan de los nuevos posicionamientos de la Argentina en los debates regionales y globales, sobre narcotráfico y terrorismo y en la respuesta estatal a las protestas sociales: endurecimiento de la denominada “guerra contra el narcotráfico” y las amenazas de represión de la protesta.

En su primer informe presentado al Congreso nacional en abril de 2016, el jefe de Gabinete Marcos Peña expresó una visión sumamente restrictiva de la seguridad ciudadana, al reducirla a la investigación de delitos comunes de competencia provincial. Pero, sobre todo, mostró que el gobierno nacional busca instalar una nueva visión sobre la seguridad, que se aleja tanto de la noción de seguridad urbana como de la ciudadana, más amplia, tal como la definen, entre otros, la CIDH: la seguridad ciudadana implica que la protección de las personas y la construcción de ciudadanía son el objeto de las políticas de seguridad. Esta concepción marcó un claro avance respecto de las tradicionales nociones policiales de orden público y de la Doctrina de Seguridad Nacional (DSN), que colocan al Estado o a determinado statu quo como los bienes principales a ser protegidos. Los mensajes y acciones del gobierno nacional durante 2016 retomaron algunos aspectos de esas posiciones anacrónicas. Por ejemplo, presentan el delito y a diferentes actores como una amenaza a valores difusos que alternan entre la soberanía, la seguridad del Estado y la seguridad nacional. Con esta operación, se identifican enemigos internos como amenazas a bienes cuya defensa corresponde a las Fuerzas Armadas.

 

 

Aborto legal: acceso desigualitario y criminalización selectiva

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Edurne Cárdenas, Andrés López Cabello y Lucía de la Vega

En marzo de 2017 se cumplieron cinco años de la sentencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN o la Corte) en el caso conocido como “F., A. L.”. Integrada por Enrique Petracci, Carmen Argibay, Elena Highton, Carlos Fayt, Carlos Maqueda, Raúl Zaffaroni y Ricardo Lorenzetti, la Corte reafirmó en ese fallo que en la Argentina las mujeres, las niñas y las personas trans con capacidad de procrear tienen el derecho constitucional a interrumpir un embarazo en las circunstancias permitidas por el Código Penal promulgado hace casi un siglo: cuando su vida o su salud están en peligro o cuando el embarazo es producto de una relación sexual no consentida, sin importar su capacidad intelectual o psicosocial. La CSJN puso fin a las controversias sobre la interpretación del art. 86, inc. 2 del Código Penal referido a la causal de violación. Para algunos, el aborto legal correspondía sólo a las víctimas de violación que tuvieran alguna discapacidad mental. Sin embargo, la Corte estableció que “no es punible toda  interrupción de un embarazo que sea consecuencia de una violación, con independen cia de la capacidad mental de su víctima”. De este modo, reafirmó el derecho al aborto no punible, estableció criterios generales de interpretación y dio indicaciones explícitas y operativas para los distintos poderes y niveles del Estado.

El caso de Belén, una joven tucumana encarcelada y condenada a partir de un aborto espontáneo, generó un amplio debate sobre las prácticas médicas y judiciales discriminatorias y criminalizantes. En este capítulo analizamos la implementación de esta sentencia y los obstáculos que afectan en particular a las mujeres jóvenes y pobres que son responsabilidad de los Estados nacional y provinciales.

 

 

Memoria, verdad y justicia. Rasgos de un cambio de época en el discurso, las sentencias y las políticas

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Luz Palmás Zaldua, Verónica Torras, Sol Hourcade y Sebastián Blanchard

El hecho más trascendente de la agenda de memoria, verdad y justicia de este período fueron las enormes movilizaciones de cientos de miles de personas en rechazo del fallo “Muiña” de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN), que acortó la pena de un condenado por delitos de lesa humanidad. El repudio social fue seguido de una ley prácticamente unánime del Congreso de la Nación, que anula la interpretación que la mayoría de la Corte había establecido. Este acontecimiento social, político y judicial actualizó la potencia del acuerdo nacional contrario a la impunidad por los crímenes del terrorismo de Estado, fundante de la democracia argentina.

En nuestra historia, las búsquedas de memoria, verdad y justicia siempre estuvieron vinculadas: el avance en cada uno de estos valores fortaleció un camino integrado contra el olvido, la mentira y la impunidad. A partir de 2003, en torno de una política de Estado se articularon diversas y numerosas acciones en las tres dimensiones, que se fortalecieron unas a otras. De forma análoga pero opuesta, diversas acciones del gobierno de Cambiemos también mostraron cómo se afectan entre sí las agendas de memoria, de verdad y de justicia: el debilitamiento de las políticas públicas relacionadas con cada uno de los tres ejes comenzó a irradiar negativamente sobre los otros.

En este tiempo también hubo sentencias judiciales positivas y un conjunto de políticas públicas tuvo continuidad. Paralelamente, se articularon nuevos espacios de organización, entre ellos una mesa de más de una docena de organismos de derechos humanos que permitió acciones conjuntas y una mayor relación entre estas organizaciones y los sindicatos, cuyo punto máximo fue compartir la cabecera de las masivas marchas por el aniversario del golpe, así como su presencia en la movilización contra la decisión de la Corte.

 

 

Migrantes: de la protección a la criminalización

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Diego Morales, Verónica Jaramillo, Raísa Ortiz Cetra y Margarita Trovato

El 30 de enero de 2017, el Poder Ejecutivo modificó con un decreto de necesidad y urgencia (DNU) la Ley 25 871 de Migraciones y la Ley 346 de Nacionalidad. La nueva política clasifica a las personas migrantes en dos grupos: los migrantes “buenos”, que pueden regularizarse, y los migrantes “malos”, a quienes les corresponde la expulsión. Este enfoque coloca a las personas provenientes de otros países bajo una sospecha permanente, en un nuevo contexto normativo en el que es muy amplio el abanico de conflictos que pueden terminar en la deportación.

El DNU habilitó un procedimiento de detención y deportación exprés de los extranjeros sometidos a cualquier tipo de proceso judicial que tenga como consecuencia posible una pena privativa de libertad, y también de quienes hayan cometido faltas administrativas en el trámite migratorio, como, por ejemplo, no haber acreditado el ingreso al país por un lugar habilitado. El decreto, además, limitó las vías de documentación alternativas que utilizaban quienes no podían resolver su situación migratoria en forma permanente, entre ellas, el certificado de residencia precaria.

La reforma habilitó el despliegue de una herramienta de control social con consecuencias en los trámites de regularización de las personas migrantes, en particular de quienes tienen menos recursos. Con las modificaciones que introdujo el DNU, el esquema de gestión de las migraciones está ahora en manos de las autoridades migratorias, en conjunto con las autoridades judiciales y policiales de las diversas jurisdicciones. La selectividad que producen estas formas de administración entra en tensión con cualquier programa que tenga como objetivos el reconocimiento del derecho a migrar y la regularización. Significa un proceso regresivo, en el que se diluye incluso la falsa clasificación propuesta por el Poder Ejecutivo nacional, que regula de manera diferenciada las migraciones según la conducta de los migrantes.

 

 

El recrudecimiento del dispositivo manicomial

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Rosa Matilde Díaz Jiménez, Ana Sofía Soberón Rebaza, Víctor Manuel Rodríguez, Augusto Martinelli y Macarena Sabin Paz

En la Argentina, las personas con padecimientos mentales están entre las víctimas de las más graves violaciones de los derechos humanos, que se superponen con la pobreza y el abandono. Cuando se trata de niños o ancianos, la situación es extrema.

Entre 2010 y 2015 hubo serias dificultades para la vigencia de los derechos de las personas con padecimientos mentales: no se avanzó en un programa orientado al cierre de los manicomios, no se realizó el censo epidemiológico de la población internada, tampoco se ampliaron los cupos para disponer internaciones en los hospitales generales, ni se desarrolló una política de viviendas asistidas para quienes podrían ser externados. En estas condiciones, las personas continúan sujetas al manicomio por tiempo indefinido. El tratamiento en salud mental está centrado en la provisión de psicofármacos sin un seguimiento adecuado. A la vez, la internación se prolonga en forma indefinida por la carencia de una solución habitacional sostenible y porque esta población no es considerada en las políticas de vivienda dirigidas a las personas con discapacidad. Tampoco existen políticas de empleo genuino.

Este panorama empeoró desde que el actual gobierno nacional revirtió el débil proceso desmanicomializador en curso. La falta de políticas activas robustece la institución asilar; persisten las condiciones de exclusión social y  reclusión manicomial, escenario que profundiza las condiciones de vida inhumanas en las que se encuentran las y los usuarios de los servicios de salud mental.

 

 

Ayotzinapa. La experiencia del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes

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Ángel Gabriel Cabrera Silva y Gabriela Kletzel

Contó con aportes de Erika Schmidhuber, Paula Litvachky, Gastón Chillier y Verónica Torras

El 26 de septiembre de 2017 se cumplieron tres años de impunidad por la represión a los estudiantes secundarios mexicanos y la desaparición de cuarenta y tres de ellos en Ayotzinapa. En 2016 concluyó el mandato del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI o Grupo), que fue establecido por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para contribuir al esclarecimiento de lo sucedido. El Grupo evidenció la intervención de la policía estatal y federal y la presencia del Ejército en el escenario de las desapariciones, descubrió más de sesenta fosas comunes en el Estado de Guerrero y exhibió cómo un alto funcionario del gobierno federal manipuló pruebas. El GIEI legó, así, una experiencia inédita que merece una reflexión sobre las capacidades y los desafíos de los mecanismos internacionales de protección de derechos humanos, cuya intervención creativa y en tiempo real puede ser muy relevante.

El derecho internacional desarrolló una compleja estructura de mecanismos de promoción y protección de los derechos humanos. Ahora bien, la experiencia demuestra que se alcanzan muy pocos resultados si se concibe a estos espacios como un fin en sí: son sólo un medio disponible en el marco de disputas sociales complejas que demandan la combinación de diversas estrategias políticas y jurídicas. En la mayoría de los casos, su capacidad de impacto involucra muchas otras acciones y actores más allá de los que pueden acceder a estas instancias. Desde esta perspectiva, en este capítulo analizaremos la labor del GIEI para dimensionar las potencialidades que de ella se derivan.

 

 

Las políticas de drogas: arcaicas, ineficaces y contrarias a la protección de los derechos humanos

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Julia Buxton

PhD, Acting Dean, Professor of Comparative Politics, School of Public Policy, Central European University, Budapest

La comunidad de derechos humanos ha incorporado cada vez más a su agenda las injusticias graves y sistemáticas que resultan de la aplicación de leyes y políticas contra los estupefacientes. Junto con organismos de América del Norte y Europa, las organizaciones latinoamericanas de derechos humanos estuvieron a la vanguardia de esta estrategia. Esto se corresponde con la posición más abierta que han adoptado recientemente varios gobiernos latinoamericanos respecto del sistema internacional de fiscalización de estupefacientes, administrado a través de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc).

Este capítulo sitúa la importancia de la promoción de los derechos humanos en la reforma de la política de drogas en un contexto histórico más amplio. Examina los daños recurrentes que resultan de las políticas represivas y punitivas contra las drogas, y la falta de transparencia acerca de los impactos negativos de los programas de lucha contra los estupefacientes, que –según mediciones de la Unodc– han sido un fracaso rotundo.

Desde el punto de vista de los derechos, es motivo de gran preocupación que los violentos y militarizados esfuerzos  que se llevan adelante para suprimir el tráfico por la fuerza permitan al Estado renunciar a sus obligaciones básicas  para con los ciudadanos –en general los más vulnerables y marginados–, incluidos la negación de tratamientos, servicios y acceso a la justicia. Que la aplicación de políticas antidrogas refuerce la desigualdad racial, de género y socioeconómica, además de imponer costos de ejecución desproporcionadamente elevados a los países del sur, subraya la urgencia con la que se necesita un cambio normativo.