CRÉDITOS

investigación y textos
Mariel Alonso, Guadalupe Basualdo, Patricia Panich, Marcela Perelman  y Ana Shindell

edición
Vanina Escales y Lucía Mendez Negroni (en el marco de la Pasantía de Práctica Profesional en Instituciones Públicas u ONG, Carrera de Edición, FFyL, UBA)

fotografías
Leo Vaca

diseño gráfico
Mariana Migueles

desarrollo
Clic Multimedia

 

Presentación

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Chela y Emilio jugaron un papel fundamental en el movimiento de derechos humanos argentino. La dirección de su departamento en la avenida Santa Fe fue un punto geográfico de reunión para muchos familiares de personas detenidas-desaparecidas. Chela participó como madre de la plaza desde los orígenes de la organización y fue una de las que viajaron al exterior para denunciar el terrorismo de Estado. Emilio fue vicepresidente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH). En 1979, ambos fundaron el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) junto a otras madres y padres de presos políticos y detenidos desaparecidos.

 

 
 

La búsqueda de Mónica

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Tras la desaparición de su hija Mónica, Emilio y Angélica «Chela» Sosa de Mignone emprendieron, como hicieron miles de familiares de personas detenidas-desaparecidas, un intenso camino para buscar información sobre su paradero y apoyos para encontrarla. Acudieron a todo tipo de autoridades oficiales: a la policía, al servicio penitenciario y al Poder Judicial. Apelaron a sus contactos personales para solicitar audiencias con integrantes del gobierno militar, el Ministerio del Interior y de las Fuerzas Armadas. Tras once días de incertidumbre, escribieron al entonces presidente Jorge Rafael Videla.

Las cartas que se presentan en esta sección son parte de ese recorrido. Representan un pequeño fragmento de las decenas de gestiones realizadas en los primeros días del secuestro de Mónica. Intercambios fundados, en muchos casos, en vínculos familiares y comunitarios que la familia Mignone había construido a lo largo de años de formación y militancia en el catolicismo. Chela y Emilio recurrieron a las máximas autoridades de la Iglesia, que ocupó un rol fundamental para miles de familiares. Muchos buscaron allí contención moral y espiritual, pero también un respaldo institucional para la búsqueda de sus familiares, de quienes en miles de casos nada se volvió a saber.

 

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La conformación de los familiares como sujetos políticos

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A pesar del miedo que produjeron las desapariciones y detenciones, durante 1978 la solidaridad entre los familiares se fortaleció. Las cartas de esta sección muestran cómo se afianzaron los vínculos entre los familiares hacia la conformación de los organismos de derechos humanos. Son documentos de las primeras acciones colectivas, aun cuando en numerosos casos estén firmadas por Emilio Mignone. Algunos ejemplos son las solicitudes de audiencia, la reproducción de un pronunciamiento de Madres de Plaza de Mayo o un informe producido por el grupo de abogados que un tiempo después fundó el CELS.

Ante la falta de información y conocimiento, Chela y Emilio comenzaron a incluir la demanda de justicia, además del reclamo de verdad. Entendían que sin justicia no sería posible un horizonte de democracia. Las cartas de ese tiempo describen con precisión el funcionamiento represivo y su racionalidad. Otro tema fueron las contradicciones entre la actitud de la Iglesia y los principios cristianos. En 1978 la Iglesia católica estuvo marcada por la elección sucesiva de sus máximas autoridades: en agosto, tras la muerte de Pablo VI, asumió Juan Pablo I, que falleció sólo treinta y tres días después y fue sucedido por Juan Pablo II.

 

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Una institucionalidad de espaldas a las familias

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Las cartas de esta etapa expresan el interés de las Madres de Plaza de Mayo y de otros familiares en conocer cómo se posicionaba la Iglesia ante la Junta militar y qué respuestas recibía del gobierno. En este tiempo, la Iglesia consolida la subordinación de los principios religiosos a los intereses militares y a los fines represivos. Esto es planteado explícitamente por Mignone y por las Madres en las cartas de este tiempo.

En los primeros meses de 1979 un grupo de padres y madres de jóvenes presos y detenidos desaparecidos fundó el CELS.

De este período nos interesa destacar el intercambio entre Chela Mignone y el obispo de Reconquista Juan José Iriarte porque retrata el modo en que las Madres buscaban apoyos institucionales. Chela cuenta la desolación que sentía por la falta de solidaridad de la Iglesia católica, le cuestiona a Iriarte su negativa a recibirlas y su respuesta sobre que ya habían hecho todo lo suficiente. Iriarte le respondió dos meses después y dijo comprender la decepción sobre una entrevista que habían mantenido: la realidad es que no las había recibido.

 

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Quién es quién

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Los destinatarios de la correspondencia de los Mignone ocuparon distintos lugares en la jerarquía eclesiástica. Reconstruimos con brevedad sus biografías a partir de las investigaciones de Emilio Mignone y de Horacio Verbitsky sobre los vínculos entre la Iglesia y la dictadura.