¿Cómo se transforma una organización? Hace un poco más de diez años muchas integrantes del CELS estábamos leyendo y debatiendo el borrador del documento que Ni Una Menos iba a leer en la plaza del Congreso. Pensábamos si era punitivista, si tenía que decir alguna palabra distinta, pensábamos qué no estaban haciendo las oficinas estatales. Decidimos adherir sin dudar. El 3 de junio, con todos y todas ya en la calle, muchas cosas empezaron a cambiar hacia adentro de nuestra organización.
Hacía años que desde el CELS trabajábamos con una perspectiva de género. Era una variable de análisis pero no era una política institucionalizada. Desde 2007 el equipo de litigio, pero no sólo, que trabajaba sobre delitos de lesa humanidad comenzó a trabajar sobre violencia sexual en los centros clandestinos. En 2010 publicamos un libro sobre mujeres detenidas, sus hijas e hijos encarcelados junto a ellas. Muchas sentían el efecto que las políticas de drogas tenían para las mujeres y personas trans. Unos meses después, en 2011, adherimos a la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito, pero desde 1996 escribimos sobre el aborto no punible. También representábamos desde 2005 a Ivana Rosales ante la CIDH. Ivana había atravesado en una noche dos intentos de femicidio por parte de su exmarido.
En 2015, al volver de la plaza, sin planificarlo demasiado, las feministas del CELS comenzamos a tener reuniones asamblearias. Las feministas no éramos todas las mujeres, había varones, con distintas identidades. Nos habíamos traído las preguntas de la calle, el compromiso con cambiar el estado de desigualdad. Recuperamos las fotos de las fundadoras y las colgamos junto a los fundadores del CELS. Pero también hicimos una operación de memoria, encontramos a fundadoras en los primeros Encuentros Nacionales de Mujeres, reconstruimos cómo habían sido los vínculos con la CHA en la post dictadura, el trabajo sobre violencia policial, la articulación con referentas travestis y con trabajadoras sexuales. Lo que vimos nuevas y viejas generaciones del CELS es que si la memoria no es un músculo, no está presente en las prácticas. Entonces, recuperar para seguir.
Sabíamos que las organizaciones son sus personas y las personas necesitábamos abordar nuestro trabajo de defensoras y defensores de derechos humanos con una perspectiva que intersectara también las variables de género y raza a la de clase. Nos obligamos a repensar conceptos que se gestaron en nuestras oficinas, como la categoría de violencia institucional, para pensarla en circunstancias distintas a la del hostigamiento y la violencia policial, ¿acaso negarle analgésicos a una mujer que llega al hospital público con un aborto incompleto no es violencia institucional?, ¿o el trajín de una mujer cis o trans para que se le tome una denuncia? Nos agarramos de la ley y lo seguimos pensando. Más acá del trabajo también miramos hacia adentro: quiénes toman notas en las reuniones, quiénes ordenan, cómo circula la palabra y la valoración. Intentamos desbloquear.
Lo primero que hicimos luego de eso fue plantear que necesitábamos un espacio transversal para trabajar con todas las áreas, para construir juntas, juntos, una perspectiva de derechos humanos que saliera del postulado universal, para mirar los problemas situados, como campos gravitacionales. Luego organizamos capacitaciones, grupos de lectura, una biblioteca compartida, un entusiasmo común. En algún momento escribimos que el CELS es una organización de derechos humanos y feminista. Ni Una Menos conmovió estructuras que parecían sólidas, no sólo de una organización de derechos humanos, sino de sindicatos, agrupaciones estudiantiles, organizaciones sociales, espacios de trabajo, de creación artística, instituciones varias. Tal vez la deslegitimación que el gobierno intenta hacia los feminismos ni siquiera alcance a empañar los efectos del movimiento feminista de la tercera ola. Pasaron 10 años del 3 de junio de 2015 y muchos más tratando de hacer de la incomodidad y la memoria preguntas para pensar lo que hacemos y cómo lo hacemos. Las organizaciones, los activismos estamos juntos en una trama de palabras y acciones, de implicación mutua, escribimos juntos nuestra historia. Nos falta mucho muchísimo por delante, pero sabemos que cada encuentro en la calle, en nuestros espacios, en las asambleas nos transforman. Vamos por más.
Foto: María Eugenia Ceruti