Pistolas Taser: sin protocolos y controles su letalidad está comprobada

Pedimos información a los gobiernos de la ciudad, de la provincia de Buenos Aires y nacional sobre cómo se regulará el uso de pistolas de descarga eléctrica. Su “menor letalidad” no puede ser una excusa para ampliar los márgenes de uso de la fuerza policial.

Luego de que el gobierno nacional anunció la compra de armas de descarga eléctrica -a las que se conoce como pistolas Taser-, el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y el de la provincia de Buenos Aires anunciaron que las fuerzas policiales a su cargo también comenzarán a implementarlas. Presentamos a las tres instancias de gobierno pedidos de informes para conocer el diagnóstico que motiva esta decisión, las normativas y protocolos que servirán como guía de actuación y los mecanismos de control que piensan implementar.

Las Taser son presentadas como un “arma menos letal”, pero la experiencia internacional demuestra que justamente esa categorización conduce a usos indiscriminados porque los funcionarios suponen que pueden utilizarlas con menos restricciones que a las armas letales.

Las Taser sólo reducen la letalidad policial si se las usa en los mismos casos en los que se utilizaría un arma letal, no si su supuesta “no letalidad” habilita que se amplíen las situaciones en las que los policías podrían disparar. Por ejemplo, un estudio realizado por Amnesty International en los EE.UU mostró que de 334 personas muertas por el uso de las Taser entre 2000 y 2007, sólo 33 portaban armas y sólo 4 armas de fuego. Es decir, más del 90% de las víctimas fatales estaban desarmadas. La American Civil Liberties Union (ACLU) también advirtió sobre los riesgos derivados de que las Taser ya no son utilizadas por las policías estadounidenses como un reemplazo del arma letal en situaciones de último recurso, sino como un instrumento de control. Este modo de usar las armas “menos letales” ha llevado a la multiplicación de muertes. Investigaciones realizadas en los EE. UU registraron no menos de mil casos de muertos entre 2000 y 2017 por el uso inadecuado de las pistolas.

Estas investigaciones derivaron en estándares y recomendaciones para la implementación de estas armas:

*Las Taser, al igual que las armas letales, deben ser usadas exclusivamente en situaciones extremas, cuando exista una amenaza real e inmediata para la vida o riesgo de heridas graves, en sustitución de armas letales. No se debe usar una Taser sin haber intentado evitar el uso de la fuerza antes, mediante una señal de alto o similar, o con una técnica de reducción verbal.

*Se debe utilizar un modelo de Taser que permita limitar el tiempo de duración de la descarga a cinco segundos. Si la descarga supera los 15 segundos el riesgo de muerte se eleva significativamente; algunos modelos lo permiten.

*La mayor parte de las muertes relacionadas con uso de Taser no ocurren en el momento de la descarga, sino más adelante a causa de paros cardíacos o golpes al caer, entre otras situaciones posibles. Su utilización requiere un procedimiento especial de revisión médica inmediata (no posteriormente en la comisaría) de las personas a las que se aplique la descarga.

*El Comité contra la Tortura de la ONU opina que las armas de este tipo deben considerarse inadmisibles como parte del equipo de los guardias de prisiones y de cualquier otro lugar de privación de libertad, ya que pueden ser utilizadas como instrumentos de tortura porque no dejan marcas visibles.

En ningún caso las Tasers pueden ser utilizadas contra:

*Embarazadas.

*Personas con signos de intoxicación por alcohol o drogas.

*Personas con padecimiento mental.

*Personas ya arrestadas, esposadas o precintadas.

*Personas que ya recibieron una descarga (no se pueden realizar dos descargas sobre la misma persona).

*Personas a las que también se les arrojó gas pimienta. Una investigación del Home Office del Reino Unido confirmó que la aplicación de una descarga eléctrica con Taser puede generar una combustión química capaz de causar la muerte a quien antes haya sido rociado/a con gas lacrimógeno o gas pimienta.

*Además, no nunca se debe disparar al rostro, ya que de impactar en los ojos puede causar ceguera.

Además de una capacitación adecuada, el uso de las Taser requiere dispositivos de salud y de seguimiento y control que hoy ninguna de las policías del país tiene.

Algunos modelos de Taser cuentan con dispositivos de registro de los disparos que pueden ser útiles para el control de la actuación policial. Sin embargo, para que esa innovación tecnológica cumpla ese rol tiene que existir la voluntad política de controlar el uso de la fuerza e investigar cada una de las situaciones en las que se utilizan armas, cualquiera sea su tipo.

En el contexto en el que el gobierno nacional procura debilitar cualquier tipo de control de la actuación policial y ampliar el número de situaciones en las que pueden utilizar sus armas, no parecen estar dadas las condiciones para que las Taser resulten una herramienta de reducción de la letalidad. Antes que discutir la incorporación de más armas, lo que debería estar en discusión es el modelo integral de uso de la fuerza de las policías. En un modelo que promueve el uso excesivo de la fuerza, cualquier arma puede ser un problema, aun las “menos letales”.

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