Código contravencional: más poder a la policía para criminalizar el trabajo informal

La posible reforma de una serie de artículos del código contravencional de la ciudad agravaría la persecución y criminalización de las personas que trabajan en la vía pública.

La Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires está debatiendo dos proyectos para modificar el código contravencional y la ley 12 de procedimiento contravencional con el fin de ampliar las facultades de policías y otros funcionarios para detener y sancionar a personas.

Las modificaciones propuestas podrían agravar la persecución por contravenciones y ampliar los márgenes de discrecionalidad de los agentes estatales. Por ejemplo, los proyectos proponen que los agentes de tránsito persigan contravenciones por cuidado de coches o limpieza de vidrios, por fuera de las faltas relacionadas al ordenamiento del tránsito. Además, la revisación médica de la persona detenida dejaría de ser obligatoria, con lo cual eventuales golpes o lesiones causados por la policía quedarían sin registro. También se propone que la detención por una contravención podría durar hasta dos días a pesar que la constitución de la CABA prohíbe la prisión preventiva en materia contravencional. Otras modificaciones propuestas debilitan el derecho de defensa y limitan el control judicial de las detenciones policiales.

En 1991, la muerte de Walter Bulacio bajo custodia policial precipitó la derogación de los “edictos policiales” que fueron reemplazados por un código contravencional que limitaba el poder discrecional de la policía para detener personas que no cometieron delitos. Sin embargo, las sucesivas reformas –la última del año 2018- ampliaron las conductas alcanzadas y agravaron las sanciones.

La criminalización y represión recae sobre habitantes que usan el espacio público para el arte y para actividades de subsistencia, como ha sido documentado por la Defensoría General de la Ciudad y organizaciones de derechos humanos. La violencia policial desplegada para hacer las detenciones y el uso creciente del sistema penal, contravencional y de faltas de la ciudad buscan limitar el uso del espacio público y perseguir a ciertos colectivos como los migrantes, situaciones en las que el supuesto “ordenamiento del espacio público” se solapa con el racismo. Al mismo tiempo, no existen iniciativas del gobierno porteño para regular el uso del espacio público desde una perspectiva que tome en cuenta la situación de miles de personas dependen de ese tipo de actividades para sobrevivir.  Quienes integran la legislatura deberían tomar en cuenta este contexto y generar un espacio de debate y análisis profundo antes de avanzar en reformas que incrementan los niveles de violencia y criminalización. 

Foto: Juan Pablo Barrientos