El debate sobre el negacionismo requiere de la participación de toda la sociedad

Organizaciones de derechos humanos participamos de una reunión informativa de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados de la Nación donde se analizaron proyectos de ley antinegacionistas. Esta fue la posición que presentamos desde el CELS.

Queremos agradecer a la Comisión la apertura de este espacio que nos parece estratégico porque pensamos que antes que nada el negacionismo se enfrenta con más debate público y con un debate público plural. Es muy importante la voz de las organizaciones de derechos humanos, de sobrevivientes y de víctimas que ustedes han convocado hoy, pero este es un problema del conjunto de la sociedad y no sólo de los organismos. Parte del problema que tenemos también proviene de haber reducido, encerrado la discusión en el campo de las víctimas. Este debate necesita la mayor amplitud y pluralidad posible. Necesita voces e intervenciones plurales, políticas y sociales. Tampoco es un debate de expertos. Es un debate que requiere de la mayor participación posible.

Justamente porque lo que está en juego y lo que resulta estratégico proteger es el proceso de Memoria, Verdad y Justicia que fue conseguido con un enorme esfuerzo social, construido a lo largo de cuatro décadas con hitos importantes en distintos momentos históricos, compromisos de diferentes partidos políticos. Un proceso en el cual los organismos de derechos humanos hemos sido un actor fundamental, pero no el único. Este es un proceso que le pertenece a la sociedad argentina en su conjunto, a sus organizaciones e instituciones, a los tres poderes del Estado, a diferentes tradiciones políticas e intelectuales, a la comunidad internacional que también ha sido fundamental para su desarrollo.

Desde nuestra perspectiva no estamos aquí para discutir cómo se penalizan los discursos negacionistas sino cómo se protege este inmenso y fatigoso proceso social de los embates que intentan fragilizarlo o reducirlo a la nada. Cómo se protege una esfera pública democrática, una memoria democrática, que se asienta en gran medida en la diferencia que supimos hacer como sociedad al confrontar el horror con verdad, con justicia y con memoria. Esto que es un elemento fundamental de nuestra identidad, que nos distingue de prácticamente todo el resto de las sociedades de nuestra región y del mundo, cómo se protege, cómo lo resguardamos como comunidad. Y ustedes representan a la comunidad.

Sabemos que los discursos negacionistas son fases inherentes a los procesos genocidas, que buscan garantizar su impunidad, y perpetuar sus consecuencias simbólicas y materiales. No es nuestro país una excepción, todos los países atravesados por situaciones de genocidio pasan por estas fases negacionistas.  Y tampoco es la primera vez que enfrentamos en democracia este dilema. ¿Existe alguna diferencia en esta coyuntura? Probablemente que estábamos esperando conmemorar los 40 años de democracia con una fiesta y nos encontramos con un escenario de regresión inesperado, debatiendo cuestiones pre-democráticas.

También que el negacionismo se ha convertido en un fenómeno de propaganda política a nivel global, empujado por derechas extremas, que tal como se ha dicho, no sólo niegan los crímenes de Estado, sino que los reivindican y amenazan con volver a repetirlos. No sólo niegan los crímenes de Estado sino que cuestionan a sus víctimas, a los sobrevivientes, que son los incómodos testigos de esos crímenes, a los familiares, que reclamaron por años. Pretenden transformar a las víctimas en farsantes, a los testigos en mentirosos, a los sobrevivientes en falsificadores. E invertir los roles entre víctimas y victimarios. No es cierto que traigan verdaderas dudas, verdaderas o genuinas preguntas sobre nuestro pasado. Los propagandistas del negacionismo pretenden sembrar esas dudas en la sociedad, pero lo que tienen no son preguntas sino impugnaciones. Ninguna respuesta va a satisfacerlos porque no traen preguntas sino dudas envenenadas.

Desde nuestra perspectiva los debates sociales son la herramienta fundamental para impulsar una conversación social abierta y lo más amplia posible sobre estos temas. Pero también nos preguntamos si no es necesario en este momento poner un límite a estos planteos para proteger la comunidad democrática, llevar adelante una política inmunitaria. En defensa de la forma que hemos elegido como sociedad para repararnos de la violencia estatal extrema.

¿Cuáles son las cuestiones que están en juego en estos embates? Para nosotros son tres fundamentalmente:

-La defensa de este proceso social de construcción de Memoria, Verdad y Justicia, y de los procesos de transmisión a las nuevas generaciones. Las fases negacionistas son intentos de ruptura de ese proceso de transmisión intergeneracional que permite poner en vínculo pasado, presente y futuro.

-La dignidad de las víctimas y sobrevivientes.

-La responsabilidad del Estado en relación con los compromisos internacionales asumidos para para generar condiciones de no repetición.

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